Cómo una habilidad que nunca debió devaluarse está atravesando un prometedor renacimiento.

La creatividad permite crear conexiones más profundas, duraderas y leales con los consumidores; un activo valioso en tiempos de incertidumbre e inestabilidad. El mejor momento para ser creativo es ahora. A continuación te contamos por qué.

Un cambio de actitud

La próxima vez que tus padres te miren disgustados cuando anuncies que quieres estudiar Bellas Artes en lugar de Derecho quizás quieras mencionar un par de los argumentos de abajo.

La creatividad está cotizando al alza.
Y está bien pagada (o al menos mejor pagada que hace 10 años)

Atrás hemos dejado los días en los que se consideraba que a un artista no le importaba trabajar gratis. Lentamente vamos recuperando lo que por derecho siempre fue nuestro: el reconocimiento de nuestra aportación a la sociedad.

Cuando la pandemia convirtió abogados e ingenieros en espontáneos chefs retransmitiendo sus recetas por Youtube y pintores abstractos vendiendo sus piezas como NFTs, el mundo comenzó a darse cuenta de que el papel de la creatividad en la sociedad trasciende al del mero entretenimiento y es, de hecho, cuestión de vida o muerte (o de permanecer cuerdo o arrancarse los pelos, si se quiere ser menos melodramático).

Los trabajos creativos están ganando inercia. En buena parte se debe a que el arte, el diseño y el pensamiento abstracto en general son soluciones cada vez más populares a la hora de lidiar con preocupaciones modernas como la salud mental, el cambio climático y la fatiga digital. La escasez de experiencias sensoriales a la que el trabajo remoto y las redes sociales nos tienen sometidos, hace que estemos sedientos de momentos más genuinos y creativos, momentos en los que ponemos a descansar el lado izquierdo del cerebro y dejamos que el derecho divague a sus anchas.

La creatividad no es solo una preferencia social, también es una tendencia imparable en el mercado laboral.

El ritmo desenfrenado al que la automatización está reemplazando trabajos lógicos y repetitivos está dejando un amplio hueco para la abstracción y la experimentación. Prueba de ello es el considerable aumento en el número de reclutados creativos por empresas normalmente consideradas ‘técnicas’ como IBM, Mercedes o KPMG.

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